viernes, 28 de febrero de 2014

El príncipe y el mendigo


Título: El príncipe y el mendigo
Título original: The Prince and the Pauper
Autor: Mark Twain
ISBN: 978-84-7461-250-0 (Edición descatalogada)

Dos chicos: la misma edad, casi el mismo aspecto. La única diferencia: Tom Canty es un niño de los suburbios de Londres; Eduardo Tudor es el heredero al trono. Lo insustancial que es esta diferencia queda claro cuando un encuentro fortuito lleva a un cambio de ropas y roles...

Leí este libro hace tiempo, no recuerdo muy bien por qué, pero me parece que era una adaptación. De todas maneras, cuando lo vi en un rastro, en una edición antigua de las de tapa dura y portada bonita y a un euro, como que no pude resistirme a quedármelo (pa' mí pa' siempre).

Para escribir este libro, Twain se basó en los rumores que circulaban sobre que el rey Eduardo VI de Inglaterra (hijo de Enrique VIII) había muerto y se había suplantado su identidad con un doble.

Era a mediados del siglo XVI, cuando al atardecer de un día otoñal, nació en Londres un niño en el seno de una familia muy pobre apellidada Canty, y que a la sazón no tenían el menor deseo de tener hijos. Y, casualmente, el mismo día, en casa de los Tudor, nació otro niño, que fue recibido con manifiesto regocijo.

Hay una cosa que no me gusta de las traducciones antiguas y es que traducen los nombres propios de las personas (que lo hagan de lugares lo veo normal, porque en el día a día se habla así) y me suena raro cuando un hombre inglés del siglo XVI se hace llamar Juan Canty, por poner un ejemplo (y me ha costado darme cuenta de que Edita es Edith un rato largo...), aparte de que no dejo de traducirlo mentalmente al inglés de nuevo, lo que me desconcentra un poco.

Respecto a Twain, es lo primero que leo de él, aunque le tengo bastantes ganas a Un yanki en la corte del rey Arturo. Personalmente, su manera de escribir me ha gustado bastante, aunque hay veces que se hace un poco pesada... aunque no hay que olvidar que se escribió hace más de un siglo y la manera de expresarse evoluciona con el tiempo.

El narrador, aunque en general se comporta normalmente, contando la historia de Tom o la de Eduardo (se van alternando), hay momentos en los que se dirige directamente al lector, lo que te permite introducirte en la historia como si paseases por las calles del Londres de la Edad Moderna.

Más os valdría estar con ellos que permanecer aquí, en las garras de ese malvado. Vuestras pretensiones son una amenaza para su título y sus bienes. Le habéis agredido en su propia casa y estáis perdido, si os quedáis. No lo dudéis más. Si os falta dinero, aceptad este bolso que os ofrezco y sobornad a los criados para que os dejen paso franco. ¡Oh, atended mi advertencia y escapaos, que estáis a tiempo!

La manera en la que actúa la madre de Tom (... me parece que no se menciona el nombre) creo que es lo que haría cualquier madre en su situación y es un punto que le da realismo a la historia dentro de la "absurdez" que es que dos niños sin lazos de sangre ni nada sean confundidos por todo el mundo, pero, ¿no se dice que vemos lo que queremos ver? Los nobles querían un príncipe, no a Tom, y un príncipe tuvieron. Por su parte, la gente que conocía a Tom como un mendigo, así le siguió viendo, sin dudarlo ni un momento, aunque ni siquiera fuese él.

Otra cosa que me gusta mucho es la evolución de Eduardo a lo largo del libro: como las circunstancias pueden cambiar la manera de ver el mundo de una persona y son capaces de dar nuevas perspectivas.

Lo mejor: la cantidad de enseñanzas que pueden extraerse de este libro, a partir de lo graciosas que resultan algunas situaciones a fuerza de ser ridículas.

Lo peor: el desfase del lenguaje en algunos puntos, pero es lo que tiene leer clásicos, ¿no creéis?

Resumiendo, creo que esta lectura va a ser de las mejores del año... ¡y estamos en febrero! Por ello, lo puntúo como